Wednesday, April 10, 2013

La ruta a Ciudad La Paz"2"

Dónde se encuentre la verdadera paz


Pedro: Todo eso es bueno. Pero ¿qué ocurre cuando uno de ellos tiene muchos hijos menores, está con escasos ingresos económicos, no tiene capital para invertir y llegan tiempos difíciles? ¿O bien llega la enfermedad o discapacidad física y ya no pueden trabajar? ¿Es posible comer o dormir bien de sus altas ideas y nociones utópicas?
Juan: Amigo Pedro, ¡tú no te puedes imaginar del maravilloso y perfecto apoyo que reciben los ciudadanos de sus compañeros! Reciben mejor sostén que recibieran si todos tuvieron cajones de oro [43], ¡pues su guardián es Dios mismo de quién pertenece la tierra y todo que está en ella! Dios les cuida y pone sus santos ángeles alrededor para protegerles en todo tiempo. No les ocurre que no sea para su mejoría. Los ricos de este mundo son codiciosos, ansiosos y afanados por muchas cosas, pero los que confían en Dios viven en perfecta paz.[44]
Pedro: Es verdad. Se dice que los ángeles nos vigilan, pero uno no puede ver a los ángeles y yo no podría sentirme tranquilo sin tener bienes materiales ni nada visible para darme consuelo.
Juan: ¡Qué palabras tan avergonzadas, Pedro! ¿Realmente opinas que es más seguro confiar en tu oro y pertenencias que confiar en Dios? ¡Esa es la actuación de los paganos y infieles![45] Sé razonable y escúchame: Los ciudadanos de Ciudad La Paz tiene un Rey magnífico que cuida toda criatura viva—cada animal, cada ave en el cielo, cada pez en el mar y hasta las flores del campo. Entonces, ¿por qué no cuidaría a sus hijos, quienes le pertenecen personalmente?[46]
Si ello no fuera suficiente, el Rey se ha compactado con ellos en la siguiente forma: “No les desampararé, ni les dejaré”.[47] Echen toda ansiedad sobre Mí, y les cuidaré.[48] Busquen primero el reino de Dios y todo se les añadirá. Yo les seré Padre y ustedes me serán hijos e hijas.[49] ¿Qué opinas, Pedro? ¿Abandonaría un padre tan poderoso a sus hijos o les dejaría llegar la ruina? ¡Imposible es!
Pedro: Bueno, es muy posible que sea el caso.
Juan: No es una mera posibilidad. Dios dice, “Aunque una madre abandonara a su hijo, yo nunca les desampararé ni les abandonaré.”[51] Mira como Dios le alimentó a Elías por medio de los cuervos, como le cuidó a Daniel en el foso de los leones, los tres varones en el horno ardiente y muchos otros más que en Él confían.[52] Con esta misma confianza los residentes de Ciudad La Paz no tiene nada de temer ni preocuparse. Ni la pobreza, ni los incidentes ni la enfermedad les pueden aterrizar.[53]
Pedro: Me has reprendido contundente, Juan, y lo acepto. Pero tengo una más inquietud. Tú hablas tan confiado, como si Dios te regalaría cualquier cosa que te hace falte. ¿Qué quiere decir eso? ¿Puedes tú echarte en la hamaca y decir “Dios me va a proveer todo”?
Juan: Ay, Pedro. ¡Eres un poco atrasado de cabeza! ¿Realmente piensas que somos lo suficiente necios para tentar a Dios? ¿Crees que Dios nos creara para vivir flojos, sin hacer nada?
Dios creó el sol, la luna, las estrellas, los cuatro cientos, el verano y el invierno y ordenó todo.[54] Luego hizo al hombre en su propio imagen, no para andar de aquí para allá mirando a todo, sino para cuidar todo lo creado. A razón de eso, no vas a hallar ni ociosos ni flojos en Ciudad La Paz. Cada quien ve lo que hay a cumplir y lo cumple con seriedad.[55] Es más, trabaja con las manos con quietud, haciendo lo bueno,[56] pero no de una manera que les enredara con el mundo. Siempre lleva en el frente las promesas de Dios y escogen la clase de trabajo que ayuda a los demás, no una carrera para ganancia personal.
Nada de ambición egoísta tampoco imperios personales se halla en Ciudad La Paz, donde todos viven para Dios y para los demás. Todos se alejan de comidas lujosas e innecesarias, la glotonería, borrachería y la ropa costosa, además de aparatos que no sirvan de utilidad. Están ellos tan apartado del malgasto de tiempo y dinero y de la lujuria que rehúsan adornar a sus casas y gastar dinero en lo vano.[57] No es justo que los hijos de Dios viven con orgullo, pues no es posible que un corazón recto y humilde produzca frutos de orgullo. El Rey de Ciudad La Paz se comporta humilde y todos los sujetos a él quieren imitarle en todo.[58]
Los que andan según los deseos de la carne tiene que trabajar mucho más para satisfacer sus propias codicias. Debido a eso, no tienen suficiente tiempo para hacer tesoros en el cielo.[59]
Los peregrinos que sí han fijados los ojos en nada sino llegar a un destino más allá de esta vida presente, nunca se cargan ni atan a los pies con muchas pertenencias.[60] Se alejan del necio lujo. Ropa sencilla sin adornos, casas modestas y están contentos con lo necesario, así viven. Aunque se redujera a vivir de solo pan y agua, todavía se regocijaría para poder servir al Rey.[61] De hecho, le alabarían más entusiasmados que los que procuran llenarse a diaria con lo que este mundo ofrece, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza.[62]
Como hizo David, los residentes de Ciudad La Paz dicen, “Señor, ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Aunque muera yo en mi humanidad, tú eres mi lugar y mi consuelo para siempre.”[63]
Pedro: Lo comprendo cabalmente, Juan, que los que se contentan con lo poco viven con más quietud. Pero para ser respetado la persona no puede andar como mendigo, vagabundo o indigente. ¿Cómo podría yo entretener a mis amigos y los visitantes si no tendría ni dónde hospedarles ni nada para alimentarles? ¿Con qué podría vestirme con decencia o presentarme con honradez a la sociedad? Yo pienso que es normal y justo posesionar una cantidad moderada de riqueza, si la persona lo usa debidamente. ¿Quieres decir que ni hay una persona en Ciudad La Paz que tenga ni una moneda más que se requiere este mismo momento?
Juan: Pedro, me parece que tú aún miras a todo por los ojos de este mundo pasajero. Ves únicamente lo temporal y insignificante. Hasta la hora, no has visto todo el cuadro de lo eterno.[64] Buscas todavía el poder y prestigio que el dinero ofrece. Tú prefieres sentarse a la mesa del rico que asociarte con Lázaro fuera del portón.[65] Sí, deseas ser “honrado y de buen nombre” como Pablo escribe en Filipenses 4.8, pero pasando por alto “lo que es verdadero” en este mismo versículo.
La verdad se encuentra únicamente dentro del genuino compañerismo con Jesús; y tú sabes su manera de vivir en la tierra, y dónde solía radicar.
En cuanto a la otra cuestión que me formaste: sí, hay gente en Ciudad La Paz que llevan más responsabilidad que los otros. Algunos están encomendados de bienes materiales, pero no se aferran a lo que cuidan, ni le dicen “Es mío”. Si el Rey les pidiera algo o si se viera una carencia entre ellos, se regocijan en suplir lo faltante. No mayordomo dice de lo que le es encargado: “¡Este es mío! Yo puedo hacer con este lo que quiera yo.” Muy al contrario, ellos reconocen que todas sus pertenencias realmente le pertenecen a Dios y a quien quiera que sufre escasez alguna. En todo, no confían en riquezas terrenales, pero en Dios que les regaló todo.[67] Posesionan todo como si no lo posesionara,[68] y a través de una diseminación cordial y liberal a sus hermanos y hermanas, hacen tesoros en el cielo. Cumpliendo ello, reciben cien veces más en esta tierra y la promesa de la vida eterna.[69]Aunque no tuvieron tal promesa, lo cumplirían solo por amor a su Rey quien les compró al precio de su propia sangre.[70] Este fuego de amor consume a la gente de Ciudad La Paz, junto con todo sus pertenencias y su ser.[71]
Continua tercera parte.
Primera parte.

0 comments :