Monday, April 22, 2013

¡Guardémonos de andar a la deriva!

¡Guardémonos de andar a la deriva!
¡El Señor viene! ¡No te dejes llevar por la corriente! Haz todo lo posible para seguir adelante en tu vida cristiana, para que cuando el Señor venga por los tuyos, te encuentre listo.
La cosa más fácil en todo el mundo, es vivir sin rumbo, ir a la deriva, porque no requiere ningún esfuerzo. Para dejarse llevar por la corriente, no hay que hacer nada. Necesitamos recordar que un pez enfermo o muerto puede estar a la deriva; es llevado por la corriente. No obstante, se requiere un pez vivo y saludable para ir en contra de la corriente. No se puede notar cuando uno se desvía, hasta que ya se ha ido demasiado lejos.
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1). Nos incumbe velar diligentemente para evitar ir a la deriva.
He aquí algunas razones por las cuales la gente se desvía:

1.         Por un falso sentimiento de libertad

Hay una fascinación perversa en lo relacionado con desviarse. Dejar de asistir repetidamente a la iglesia, o de leer la Biblia, nos dará un falso sentimiento de libertad. En realidad es una esclavitud a Satanás. Librarse de la voluntad de Dios, quien nos ama, resultará en una amarga esclavitud al diablo quien nos odia.

2.         Amistades impías

“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Nuestros mejores amigos deben ser a los que aman a Jesucristo, y que nos ayudan a mantenernos cerca de Dios. Las malas manzanas rápidamente echarán a perder una sana.

3.         Violar repetidamente los dictados de la conciencia

Cada vez que no hacemos caso de nuestra conciencia, su voz se debilita. Y si continuamos así, se despedazará nuestra vida. “Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” (1 Timoteo
1:19).

4.         Un pecado no confesado y que no queremos dejar

Ya sea un pecado “grande” o “pequeño” delante de nuestros ojos, el olvidarlo no lo va a quitar. Como una astilla en el dedo, molestará hasta que sea removida. Además, no se habrá gozo al leer la Palabra de Dios, ni seguridad en la oración. Tampoco nos sentiremos gozosos al asistir a la iglesia, mientras mantengamos escondido algún pecado sin confesar y sin dejarlo.
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13). Si tú has pecado contra alguien, tú te desviarás hasta que arregles el asunto.

5.         Rencor encubierto

Permitir que el rencor penetre en nuestro corazón, posiblemente en contra de algún hermano cristiano, debido a una ofensa real o imaginaria, es un pecado que debemos sacar de nuestro corazón. Si no, nuestra lenta desviación se hará inevitable. Debemos perdonar sinceramente a otros, para que Dios nos pueda perdonar.

6.         Viviendo en las bendiciones pasadas

No debe ser así. Los hijos de Israel tenían que recoger diariamente el maná. Cuando algunos trataron de almacenarlo, el mismo se agusanó. Una experiencia cristiana “agusanada” es el principio de la caída. Debemos mantenernos al día en comunión con Dios.
                SEGUNDA PARTE

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