¡Guardémonos de andar a la deriva!
¡El Señor viene! ¡No te
dejes llevar por la corriente! Haz todo lo posible para seguir adelante en tu
vida cristiana, para que cuando el Señor venga por los tuyos, te encuentre
listo.
La cosa más fácil en todo
el mundo, es vivir sin rumbo, ir a la deriva, porque no requiere ningún
esfuerzo. Para dejarse llevar por la corriente, no hay que hacer nada.
Necesitamos recordar que un pez enfermo o muerto puede estar a la deriva; es
llevado por la corriente. No obstante, se requiere un pez vivo y saludable para
ir en contra de la corriente. No se puede notar cuando uno se desvía, hasta que
ya se ha ido demasiado lejos.
“Por tanto, es necesario
que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos
deslicemos”
(Hebreos 2:1). Nos incumbe velar diligentemente para evitar ir a la deriva.
He aquí algunas razones
por las cuales la gente se desvía:
1. Por un falso sentimiento de libertad
Hay una fascinación
perversa en lo relacionado con desviarse. Dejar de asistir repetidamente a la
iglesia, o de leer la Biblia, nos dará un falso sentimiento de libertad. En
realidad es una esclavitud a Satanás. Librarse de la voluntad de Dios, quien nos
ama, resultará en una amarga esclavitud al diablo quien nos odia.
2. Amistades impías
“No erréis; las malas
conversaciones corrompen las buenas costumbres”
(1 Corintios 15:33). Nuestros mejores amigos deben ser a los que aman a
Jesucristo, y que nos ayudan a mantenernos cerca de Dios. Las malas manzanas
rápidamente echarán a perder una sana.
3. Violar repetidamente los dictados de la conciencia
Cada vez que no hacemos
caso de nuestra conciencia, su voz se debilita. Y si continuamos así, se
despedazará nuestra vida. “Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando
la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” (1 Timoteo
1:19).
1:19).
4. Un pecado no confesado y que no queremos dejar
Ya sea un pecado “grande”
o “pequeño” delante de nuestros ojos, el olvidarlo no lo va a quitar. Como una
astilla en el dedo, molestará hasta que sea removida. Además, no se habrá gozo
al leer la Palabra de Dios, ni seguridad en la oración. Tampoco nos sentiremos
gozosos al asistir a la iglesia, mientras mantengamos escondido algún pecado sin
confesar y sin dejarlo.
“El que encubre sus
pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia”
(Proverbios 28:13). Si tú has pecado contra alguien, tú te desviarás hasta que
arregles el asunto.
5. Rencor encubierto
Permitir que el rencor
penetre en nuestro corazón, posiblemente en contra de algún hermano cristiano,
debido a una ofensa real o imaginaria, es un pecado que debemos sacar de nuestro
corazón. Si no, nuestra lenta desviación se hará inevitable. Debemos perdonar
sinceramente a otros, para que Dios nos pueda perdonar.
6. Viviendo en las bendiciones pasadas
No debe ser así. Los
hijos de Israel tenían que recoger diariamente el maná. Cuando algunos trataron
de almacenarlo, el mismo se agusanó. Una experiencia cristiana “agusanada” es el
principio de la caída. Debemos mantenernos al día en comunión con Dios.
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