Saturday, April 6, 2013

¿Amor propio o amor verdadero?

¿Amor propio o amor verdadero?
Una forma de entender las virtudes cristianas es al examinar lo opuesto de cada una de ellas. Por ejemplo, aprendemos a entender y añadimos cierta humildad a nuestro carácter cuando analizamos la definición y las características del orgullo.
“El amor nunca deja de ser.” El amor siempre permanece y triunfa sobre todas las demás virtudes. Es por eso que el amor presenta una larga lista de oposiciones. El odio, evidentemente, se opone al amor. La inmadurez en el carácter es una forma más de oponerse al amor. El amor propio se opone al amor verdadero. ¿Cómo se manifiesta el amor propio?
El amor que Dios nos ha llamado a tener deberá ser un compromiso constante en busca del bien de los demás. Este amor sufre una gran oposición cuando choca con la semilla de esa naturaleza innata que crece en nosotros. Esta semilla del “yo” es regada y cultivada por el amor propio. Todos nosotros sabemos lo que queremos y lo que no queremos. Además, conocemos el porqué, cómo y cuándo de esos deseos y apetitos de nuestra carne. Es por eso que reaccionamos de la manera en que lo hacemos cuando alguien no está cooperando con nuestros planes y deseos más importantes.
En 1 Corintios 13.4-8 encontramos una lista de las características del amor. Al examinar la definición de cada una de ellas vamos a notar el gran contraste que existe entre el verdadero amor y el amor propio.
El amor nunca deja de ser
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia,
el amor no es jactancioso,
no se envanece;
no hace nada indebido,
no busca lo suyo,
no se irrita,
no guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser.”
 Esta definición del amor fue dictada por la mente de Dios al corazón del hombre.
 “El amor es sufrido.”
Es sensible a los problemas y limitaciones de otros. Desea que otros maduren, dándoles oportunidades para ello. No hace mención a los errores del pasado en una forma destructiva. Ni aun cuando existen heridas que no han cicatrizado totalmente.
Por el contrario, el amor propio es sensible a sus propias limitaciones. Es muy susceptible a cómo los problemas de otros le afectan. Siempre está demandando cambios en los demás.
 “Es benigno.”
Esto es amable, generoso, bondadoso. Se preocupa por el estado de ánimo de otros. Siempre tratará de hacer lo mejor para hacerlos sentir bien. Está al tanto de las necesidades de otros. Presenta una actitud de compasión ante los problemas y necesidades de los demás. Se deleita en saber cómo podrá ayudar a otros cada vez mejor. Esto lo hace con un corazón sincero, honesto y lleno de misericordia.
El amor propio se preocupa por “cómo yo me siento y qué necesito”. Además, es muy sensible. Se hace delicado cuando imagina que no está siendo tratado con la amabilidad y el respeto con que desea que lo traten.
"El amor no tiene envidia.”
Se muestra alegre cuando otros tienen éxito y se contenta al ver que otros reciben. Ese amor es el que permite dar honor y crédito a quienes pueden hacer las cosas mucho mejor que uno mismo. Se regocija cuando otros tienen más posesiones que él mismo.
El amor propio mira a quienes tienen más talentos que él como enemigos o rivales. Codicia la suerte de la persona que prospera en su camino. Pierde su paz y gasta todas sus energías pensando en cómo obtener una posición más elevada o cierto artículo.
“El amor no es jactancioso.”
No es alardoso. No se vanagloria a sí mismo. Es pronto para dar la gloria a Dios y las “gracias” a otros. Puede mirar con toda honestidad sus problemas personales y todos sus defectos. No se justifica ni culpa a otros por sus propios errores.
El amor propio, en cambio, se precipita a dar una buena escena y a causar una impresión excelente de sí mismo. Procura mantener una buena apariencia para lograr halagos de otros. Su fin es ocultar sus propias faltas, errores, impedimentos y pecados. Muchas veces finge su estado de ánimo para lograr autoridad u obediencia de parte de otros.
"No se envanece.”
Es cortés y muy respetuoso. Se preocupa por dar el mayor respeto y consideración hacia quienes han sido avergonzados o mal tratados. Es fácil de enseñar y es pronto para corregir sus propios errores. No presume de la posición o de la responsabilidad que desempeña dentro de un grupo de personas.
El amor propio se exhibe a sí mismo como superior. Es engreído y practica la egolatría como un culto a su personalidad. Sus ideas, sus planes, sus metas y sus métodos son los mejores. Se cohíbe ante la certeza de que otros son mucho más capaces que él.

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