Monday, May 27, 2013

¿Porqué Jesús es Llamado el “Cordero”?

¿Porqué Jesús es Llamado el “Cordero”?



"El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que QUITA el pecado del mundo." (Juan 1:29)
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: «¡Éste es el Cordero de Dios!»” (Juan 1:36)
La figura de la persona de Jesús tiene una gran cantidad de nombres muy importantes en la Biblia, todos ellos denotan una cualidad especial de Su Deidad, podemos mencionar que Él es bien conocido como el “Maestro”, “Señor”, “Santo, santo, santo”, “Admirable”, “Consejero”, “Dios fuerte”, “Príncipe de paz”, “León de Judá”, “Alfa y Omega”, etc..
Y es muy interesante darse cuenta que en el evangelio de Juan, la primera referencia que se hace de Jesús es llamarle el “Cordero de Dios”. Pero, ¿Qué significaba en esos momentos para los judíos que escucharon eso decir que Jesús es el “Cordero de Dios”? ¿Cómo se aplica eso en mi vida? ¿Tiene algo de relevancia entenderlo?
Pues bien, trataremos de explicar éstas y algunas otras preguntas en el presente artículo, ¿Interesado? ¡Espero que si, porque aquí vamos!

Contexto Histórico

Para entender que significado podría tener un cordero para los judíos, debemos entender el libro de Levítico, y para entender correctamente este libro primero debemos comprender la historia narrada en Génesis y Éxodo; resumida a continuación:
En Génesis Dios elige un hombre (Abraham) y le prometió que haría grande su descendencia. En ese momento no había pueblo y todo era una promesa y por otra parte, aún no se sabía nada mucho más de Dios, salvo que era “el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. Dios le dice a Abraham que su descendencia sería esclava, pero que volvería a la tierra que Él había prometido que les daría en Su Pacto.
En Éxodo Dios elige otro hombre, Moisés, para que dirija la liberación del pueblo de Israel de manos de Egipto; esta es la primera ocasión en toda la Biblia en la que Dios llama al pueblo de Israel como “Su Pueblo”, sucede cuando le reclama a Faraón diciendo: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.” (Éx. 8:1)
En Levítico ahora con el pueblo de Israel libre de la esclavitud y libre para servirle a Él, Dios establece una relación cercana y directa con ellos y comienza a explicarles Sus reglas de unas formas muy específicas, esto fue así porque el mismo pueblo decidió voluntariamente que sí querían ser el “pueblo de Dios” y que cumplirían todas las Palabras de Dios hacía ellos (Éx. 24:7).

¿Qué era un cordero para ellos?

Dios les explica claramente que cuando hay una ofensa hacia Él, es decir, un pecado; debe también haber un perdón de ese pecado, puesto Él es un Dios Santo y que de ninguna manera tendrá por inocente al injusto. Su Justicia debe ser saciada debido a que es un atributo mismo de su propia naturaleza divina.
“Cuando pecare en alguna de estas cosas, confesará aquello en que pecó, y para su expiación traerá a Jehová por su pecado que cometió, una hembra de los rebaños, una cordera o una cabra como ofrenda de expiación; y el sacerdote le hará expiación por su pecado.
Levítico 5:5-6
Expiación es una palabra muy importante en este tema y significa “pago o reparación de las culpas mediante un sacrificio”. Así es. Se debe pagar la culpa. ¡Alguien tiene que pagarla!
Este cordero servía como sacrificio por sus pecados, el mismo no podía ser cualquier cordero, tenía que ser uno “perfecto, sin defecto” además de “derramar toda su sangre”, y ésta precisamente es la clave de que es una figura del Cristo que había de venir, es por esa razón que Juan llamó a Jesús el “Cordero de Dios”.

¿Qué tiene que ver conmigo?

De la misma manera que un israelita entendió y confió en que el sacrificio de ese animal le liberaba de la culpa del pecado, ese es exactamente el mismo plan de Dios para nosotros. Dios decidió poner a Jesús como nuestro Cordero, con su sacrificio, derramando toda Su sangre, Él pagó todos nuestros pecados en la cruz.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Juan 3:17-18
¿Qué piensas? ¿Alguna vez has querido estar seguro de ir al cielo el día que mueras? ¿Sabías que por más buena gente que creas ser tú y yo estamos descalificados del cielo porque hemos cometido pecado? ¿Crees que el sacrificio de Jesús te libera de la culpa del pecado y su resurrección es una prueba de que tú también resucitarás? ¿Lo crees? Sí es así, déjame darte la buena noticia de que: ¡Tienes vida eterna!
Si no me quieres crees a mí, entonces créele a Él:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”
- Jesús (Juan 5:24)
¡Que Dios te bendiga querido (a) amigo (a)!

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