La Protección Extraordinaria de Dios
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.– Juan 10:10
Una vez le pregunté al Señor en cuanto a ese asunto, y me dijo que al mundo de las tinieblas le lleva mucho tiempo maquinar las destrucciones grandes. Por ejemplo, veamos el caso de la industria aeronáutica. Este sector tiene muchos reglamentos y está constantemente en guardia porque le importa mucho la seguridad. Al diablo se le hace mucho más difícil causar desastres en un sector tan regulado como la aeronáutica. Él no puede entrar rugiendo y arrasar con todo en cualquier momento que se le antoje. Si pudiera, se pasaría la noche derribando aviones.
¿Por qué no puede hacerlo? Porque está atado. La Biblia dice que el diablo está ligado a cosas que son comunes al hombre. El tiene que alinear ciertas cosas en el ámbito natural y humano antes de que pueda poner un dedo sobre alguien y tiene que valerse de personas para llevar a cabo su trabajo.
Pero, bendito sea el Señor, no estamos atados a lo que es común al hombre. Somos libres para usar lo que es común a Dios. Nuestras armas no son comunes. ¿Qué significa eso? Quiere decir que deberíamos agarrar al diablo, meterlo en un saco, coserlo, envolverlo y ponerle una cinta.
El diablo no puede asolar su vida a menos que usted le dé lugar. Él no puede entrar y empezar a destruir y a robar a menos que él pueda hacerle caer en el pecado, la duda o la desobediencia. Así que, si él ha estado dándole problemas, pídale al Espíritu Santo que le muestre en cuál de esos aspectos usted le ha dado lugar al diablo; luego, arrepiéntase y deshágase de ello.
Una vez que haya dado los pasos antes mencionados, saque las armas que Dios le ha dado y dispare con ambos cañones. Tome la Palabra, la oración y la fe y utilícelas para atar al diablo. Aproveche el poder extraordinario de Dios para mantener atado al enemigo y este no podrá venir contra usted.
Efesios 6:10-18
La armadura de Dios
10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
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