San José, San Luís, Santa María, Santo
Domingo, San Martín de Porrez, San Pablo,
Santa Rosa, San Fernando, San Miguel, San
Juan, San Lucas, San Francisco de Asís, San
Ignacio de Loyola. Nos acostumbramos hablar
de éstos como los santos. ¿Lo son en verdad?
¿Cuántos santos habrá?
Al mirar un almanaque me doy cuenta que hay
por lo menos 366 santos. Pero realmente no sé
cuántos santos hay que han recibido tal título de
la Iglesia Católica. Tampoco sé cuántos santos
ha nombrado Dios. No obstante, yo sí sé que
Dios ha nombrado a más santos que la Iglesia
Católica y que su lista no incluye a muchos
(como Ignacio de Loyola) que aparecen en la
¿Están muertos o vivos?
Aunque la Iglesia Católica no tiene ni un
santo vivo, millares de los santos de Dios viven
en nuestro planeta. (Posiblemente usted se
encontró con uno de ellos hoy mismo.) Además,
Dios tiene millones y millones de sus santos
que moran con él en el cielo.
¿Cómo son?
La Biblia dice lo siguiente acerca de los
santos vivos —los santos de Dios que habitan
la tierra:
Ya habéis sido lavados, ya habéis sido san
-
tificados [hechos santos], ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Je
-
sús, y por el Espíritu de nuestro Dios
(1 Corintios 6.11).
Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia,
ni aun se nombre entre vosotros, como conviene
a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades,
ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien
acciones de gracias (Efesios 5.3–4).
Como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra igno
-
rancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir (1 Pedro 1.14–15).
Según estos versículos, Cristo ha lavado a los
santos de sus pecados y los ha santificado (hecho
santos). Ellos se han apartado de la inmoralidad,
de la inmundicia, de la avaricia y de la mentira. En
cambio, ellos son personas de paz, agradecidas y
obedientes a la palabra de Dios. Sus vidas han
cambiado. Ahora son santos.
Consideremos primero los santos de Dios, los
verdaderos santos. Estos santos recibieron su
santificación y su justificación en el momento
en que recibieron a Cristo como su Salvador
personal. Su santidad es el resultado de la obra
continua del Espíritu Santo en sus vidas. A
causa de esto, los santos pueden vivir una vida
agradable a Dios y llena de buenas obras. Es de
suma importancia recordar que sus obras son el
resultado de la santidad de su corazón.
Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a
nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos
en toda obra buena para que hagáis su voluntad,
haciendo él en vosotros lo que es agradable delante
de él por Jesucristo (Hebreos 13.
0–
1).
Por el contrario, los santos de la Iglesia Católica
son llamados santos a causa de sus obras. Con sólo
ciertas excepciones (como algunos personajes
bíblicos), la Iglesia Católica canoniza a esos
individuos que vivieron una vida ejemplar o que
en alguna manera han avanzado grandemente la
causa del catolicismo. Algunas de estas personas
mancharon sus manos con sangre inocente
—por ejemplo, Ignacio de Loyola, fundador
de la Compañía de Jesús (los jesuitas). ¿Con
qué propósito fundó Loyola este grupo? Para
avanzar el catolicismo a toda costa y de cualquier
manera. Muchas veces se utiliza la educación
con el propósito de llevar a cabo su meta. Pero al
principio, Loyola y sus jesuitas usaron la burla,
el soborno, el engaño, la tortura y aun la muerte.
A ellos y a otros les debemos tiempos infames
como la Santa Inquisición. ¿Y ahora nos dicen
que Ignacio de Loyola fue un santo?
"Continuara"
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