Trasfondo Bíblico: Joel 2:28-32; Hechos 2:1-39
Verdad Central: El Don del Espíritu Santo es una promesa para cada
creyente (Hechos 2:38).
Texto Áureo: Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y
para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare
(Hechos 2:39).
Bosquejo:
I. Se da la promesa
A. El derramamiento viene después de la restauración
B. La promesa del gran derramamiento
II. Cumplimento de la promesa
A. El discurso inspirado de Pedro
B. Estos no están ebrios
C. Profecía de Joel
III. La promesa es para todos
A. El poder de la palabra profética
B. Un llamado al arrepentimiento
C. La promesa del cumplimiento sigue en pie
Objetivos:
1. Examinar la conexión entre la profecía de Joel y los eventos del día
de Pentecostés.
2. Desear el don del Espíritu Santo como una fuente continua de poder
espiritual.
Introducción
El derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue algo nuevo en
el trato de Dios con su pueblo. En la época del Antiguo Testamento Dios llenó a
varias personas con su Espíritu. Bezaleel y Aholiab, por ejemplo, fueron llenos
para hacer un trabajo más excelente en el tabernáculo y enseñar a otros también
(Éxodo 31:2,3; 35:30-35). Más tarde. Moisés reconoció que el Espíritu Santo
debía ser parte de la experiencia normal del pueblo de Dios (Números 11:29),
pero ese nunca fue el caso durante la época del Antiguo Testamento. Joel
profetizó que Dios derramaría su Espíritu, no sólo sobre algunos, sino "sobre
toda carne." Los límites del Antiguo Testamento se quitarían y la experiencia
sería para todos. El cumplimiento de la profecía de Joel empezó en el día de
Pentecostés y continuara hasta que Jesús regrese.
Comentario Bíblico
I. Se da la promesa (Joel 2:28-32)
A.
El derramamiento viene después de la restauración
Joel. el gran profeta de Pentecostés probablemente vivió en Jerusalén durante la
infancia del rey Joás cuando Joiada el sacerdote tenía el control del gobierno.
El profetizó un maravilloso derramamiento del Espíritu de Dios "después".
Pregunta: ¿Qué quería decir Joel con "después"?
La primera parte del libro de Joel hace un llamado al arrepentimiento (1:14;
2:12-17). Después del arrepentimiento, Dios promete la restauración (2:25). Así
que, "después" puede significar después del arrepentimiento y la restauración.
Sin embargo, "después" toma un nuevo significado en vista de toda la profecía
bíblica. La restauración que hace posible la venida del Espíritu Santo debe ser
la comunión con Dios por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. La
experiencia del Calvario tuvo que preceder a Pentecostés.
Muchos eruditos de la Biblia ven un indicio de esto en Joel 2:23. Para los
judíos de la antigüedad la última parte de ese versículo significaba: "Porque
Dios te dará el Maestro para justicia y hará que caiga lluvia sobre ti, lluvia
temprana, y lluvia tardía antes que nada." De esto podemos ver que "después"
hace que el fluir sobrea bundante del Espíritu sea un don que viene después del
don del Maestro de justicia, esto es, el Mesías, el Cristo.
B.
La promesa del gran derramamiento
El derramamiento del Espíritu de Dios fue prometido para "toda carne", es
decir, "toda la humanidad".
Otra característica importante de este derramamiento profetizado es que rompería
todas las barreras y restricciones sociales.
"Toda carne" no tendría límites de edad ni sexo; los hijos y las hijas
profetizarían. Los ancianos tendrían sueños profeticos y los jóvenes verían
visiones proféticas. Es más, el Espíritu Santo sería derramado en abundancia
sobre los esclavos. Esto era algo nuevo. Grandes multitudes de esclavos existían
en los tiempos antiguos y no tenían derechos. Los judíos de entonces no podían
creerlo. Su interpretación era "los siervos de Dios" no "esclavos". Los fariseos
odiaban a la gente común de Israel, y aun más a los esclavos (Juan 7:49).
Dios es un Dios bueno. Su propósito siempre ha sido bendecir a todos (Génesis
12:3; 22:18; Juan 3:16). Así que, Joel aclaró que el derramamiento del Espíritu
es para todos: judíos y gentiles, ricos y pobres, jóvenes y ancianos, educados y
analfabetos, sin tener en cuenta el sexo, la raza, el color ni el origen
nacional.
Aquí el hebreo usa una forma del verbo "derramar" que indica que el
derramamiento es una acción progresiva o repetida. No debía ser un evento de una
sola vez, pues una vez que ocurriera continuaría de generación en generación.
Aunque algunos lo rechazaban, todavía sería accesible. Dios no deja de derramar
su Espíritu sobre los que creen y lo reciben. Cada cristiano puede creer y
recibirlo hoy.
II. Cumplimiento de la promesa (Hechos 2:14-21)
A.
El discurso inspirado de Pedro
En el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos cuando de repente vino
del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba. El viento era un
símbolo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y el sonido de ese viento
indicaba poder. Debe haberles recordado la promesa de poder que Jesús les dio en
Hechos 1:8 para que fueran testigos. Luego vino algo que parecía una gran llama
sobre todo el grupo que se dispersó y se repartió como llamitas de
fuego que reposaron sobre la cabeza de cada uno de los ciento veinte. En el
Antiguo Testamento, el fuego del cielo sobre el sacrificio indicaba que Dios
aceptaba el tabernáculo, y después el templo de Salomón.
Ahora los creyentes eran sacrificios vivos y tanto en grupo como individualmente
eran templos listos para ser llenos del Espíritu Santo.
Pregunta: ¿Qué evidencia hubo de que los ciento veinte fueran bautizados en
el Espíritu Santo?
No tenían que esperar más. Estaban todos llenos con el Espíritu Santo, y la
evidencia era que hablaban en otras lenguas (idiomas) según el Espíritu les daba
que hablasen. Al principio, muchos entendieron que alababan a Dios en esos
idiomas, pero cuando se reunió la multitud, muchos no entendieron y se burlaron
de ellos, diciendo que estaban llenos de vino nuevo (vino especialmente
embriagante hecho de una clase de uva muy dulce).
Por fin, los doce discípulos se pusieron de pie, y Pedro comenzó su discurso
inspirado. La palabra griega quiere decir "pronunció" y viene del mismo verbo
que se usa en Hechos 2:4 acerca del Espíritu que dio a los ciento veinte la
capacidad de hablar otros idiomas. Así que, lo que Pedro dijo no puede llamarse
sermón. El no se sentó para preparar un bosquejo de tres puntos, sino que se
puso de pie y presentó una manifestación del don de profecía del Espíritu Santo,
en un lenguaje que todos entendían. Habló a la gente para edificarlos y
exhortarlos (1 Corintios 14:3; Hechos 2:40).
B.
Estos no están ebrios
El sonido de las lenguas atrajo a la multitud que estaba confusa. Aun los que
entendían el significado de las palabras en sus propios idiomas no parecían
entender el propósito. No debemos suponer, sin embargo, que su experiencia
manifestaba el delirio que caracterizaba las celebraciones paganas. Tampoco
estaban hablando en éxtasis. Los ciento veinte estaban en control de todas sus
facultades. Sabían lo que hacían y estaban llenos de gozo.
Tan pronto como los apóstoles se pusieron de pie, todos los ciento veinte
tuvieron que dejar de hablar para poder oír a Pedro. Eso demostró, además que
estaban en control de sus facultades. Pedro dijo que no era lógico que la
multitud supusiera que los ciento veinte estaban ebrios, puesto sólo eran las
nueve de la mañana. Ningún judío en aquellos días se embriagaba tan temprano por
la mañana, especialmente porque era la hora de la oración.
C.
Profecía de Joel
Pregunta: ¿Fue cumplida la profecía de Joel en ese momento?
Pedro, hablando todavía con el don de profecía del Espíritu Santo, continuó su
declaración de que lo que la gente veía y oía cumplía la profecía de Joel. La
multitud vio y oyó a los hijos y las hijas de Israel profetizando, llenos del
Espíritu, y hablando bajo su unción. De esto deducimos también que el hablar en
lenguas que se entendían se consideró equivalente a la profecía.
Aunque Pedro relacionó esos eventos con la profecía de Joel, se sabe que lo que
ocurrió en esa ocasión fue sólo el comienzo. No toda la profecía de Joel que
citó se cumplió en ese momento. Los ciento veinte no tuvieron sueños a las nueve
de la mañana. Tampoco es probable que hubiera esclavos entre los ciento veinte.
Sin embargo, Pedro indicó que el resto vendría después, inclusive las señales y
los juicios que Joel profetizó.
Como se mencionó antes, Pedro indicó que el día de Pentecostés era sólo el
principio, por su interpretación inspirada por el Espíritu de la palabra
"después" en Joel 2:28.
Pregunta: ¿Cuándo empezaron los "últimos días"?
Pedro mostró que eso significa "en los postreros días. En verdad, los
"postreros días" empezaron cuando Jesús ascendió al cielo (Hechos 3:19-21).
La expresión "los postreros días" en la Biblia significa el último tiempo
antes de la restauración de Israel y el reino milenial de Cristo sobre la
tierra.
No habrá otra era antes de la del reino. Así que, toda la era de la Iglesia es
"los postreros días", y es la del derramamiento del Espíritu Santo
sobre toda carne. Pedro también vio que pueden haber tiempos de refrigerio y
avivamiento en toda esta era, hasta el tiempo cuando Jesús regrese (como se
demuestra en el original griego de Hechos 3:19).
III. La Promesa es para todos (Hechos 2:37-39)
A.
El poder de la palabra profética
El mensaje profetice por los labios de Pedro fue un poderoso testimonio de
Jesús. Dios lo había aprobado para el beneficio de la gente por medio de
poderosos milagros, maravillas y señales. Jesús fue clavado y muerto en una
cruz, pero Dios lo levantó en cumplimiento de Salmo 16:8-11 y del pacto que Dios
hizo con David (2 Samuel 7:11-16; Salmos 89:3,4; 132:11,12). Como Jesús es el
prometido Rey mesiánico, no fue abandonado en el Hades, ni su carne vio
corrupción. Pedro y los ciento veinte fueron testigos de su resurrección.
Además, Dios había exaltado a Jesús a un puesto alto de poder y autoridad a su
diestra. Jesús había recibido la promesa del Espíritu Santo que luego derramó
sobre los ciento veinte, como la multitud acababa de ver y oír.
Pregunta: ¿Sobre quién estaba centrado el mensaje que el Espíritu Santo dio
por medio de Pedro?
La conclusión de la palabra profética llamó la atención al hecho que Dios había
convertido a Jesús en Señor y Cristo. La respuesta fue inmediata. La multitud ya
no decía: "¿Qué significa esto?" Más bien, exclamaban: "¿Qué haremos?"
Como indica 1 Corintios 14:24,25, a causa del don de profecía se sintieron
convencidos y compungidos de corazón, y reconocieron que Dios estaba presente
entre los ciento veinte.
B.
Un llamado al arrepentimiento
El llamado de Pedro al arrepentimiento era para que ellos cambiaran de parecer y
actitud al aceptar la voluntad de Dios revelada en Cristo.
Pregunta: ¿Qué quiere decir "arrepentíos"?
(Según la Biblia dice en Romanos 12:1,2, eso significaba la renovación de la
mente con un cambio de actitud hacia el pecado, ellos mismos y Dios).
Entonces podrían mostrar su arrepentimiento, su cambio de corazón y mente al ser
bautizados en el nombre de Jesucristo. En griego significa "sobre el nombre", o
"sobre la autoridad" de Jesús. La Biblia no explica más porque el mandato de
Jesús (Mateo 28:19) deja claro que el bautismo en agua era en el nombre del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Pregunta: ¿Cuál es el significado del bautismo en agua?
Su bautismo sería una declaración de identificación con Jesús en su muerte y
resurrección (Romanos 6:3) Entonces sería un testimonio de que la persona había
creído y recibido la remisión y el perdón de sus pecados. "Para remisión y
perdón de pecados" es semejante a la expresión "para arrepentimiento", que usó
Juan el Bautista al hablar de su bautismo. El contexto muestra que el original
griego traducido "para" significa "a causa de". El bautismo de Juan no producía
arrepentimiento. El bautizaba a las personas que se arrepentían. El bautismo en
agua no produce el perdón de pecados. Es un testimonio de que el bautizado ha
creído y la sangre de Cristo lo ha limpiado.
Además del perdón de pecados también recibirían la promesa del Espíritu Santo,
el mismo don que los ciento veinte recibieron en Hechos 2:4, al cual Jesús se
refería como (1) la promesa del Padre y (2) el bautismo en el Espíritu Santo
(Hechos 1:4,5).
Pregunta: ¿Qué se requiere para que las personas reciban la promesa
del Espíritu Santo?
"Recibir" aquí es tomar algo en fe, porque todos los dones de Dios son por
gracia por medio de la fe.
C.
La promesa del cumplimiento sigue en pie
Pedro aclaró que la promesa del Espíritu Santo no era sólo para los apóstoles ni
los ciento veinte. Seguiría accesible a ellos, sus hijos (inclusive sus
descendientes) y todos los que estaban lejos, a los que el Señor llamara. ¡Ese
llamado se sigue proclamando!
Pregunta: ¿Quiénes son los que "están lejos"?
El llamado no puede limitarse a los judíos. En el Antiguo Testamento se
profetizó que Dios habla de paz a los que están lejos (Isaías 57:19). Efesios
2:17 aplica esto a la predicación del evangelio a los gentiles. Así que, los
gentiles están incluidos en los que estaban "lejos". La promesa de Dios a
Abraham, repetida cinco veces en Génesis, fue que por medio de él y su simiente
todas las familias (en todas las naciones) de la tierra serian bendecidas. La
simiente de Abraham por medio de quien viene esta bendición es Jesús (Calatas
3:16). Cristo murió en la cruz por nosotros "para que en Cristo Jesús la
bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu Santo" (Galatas 3:14).
Jesús también dio la gran comisión de predicar las buenas nuevas a todas las
naciones hasta lo último de la tierra (Mateo 28:19; Hechos 1:8). Así que,
mientras el evangelio se predica y Dios llama a la gente a la salvación, el
bautismo en el Espíritu Santo según Hechos 2:4 aún está disponible. El creyente
que acepta la responsabilidad de alcanzar a los perdidos con la verdad del
evangelio también debe reconocer la necesidad de hacerlo en el poder (el Don)
del Espíritu Santo. El don del Espíritu Santo es necesario para cumplir con la
gran comisión de predicar el evangelio a toda criatura.
Aplicación
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés a los creyentes que ya tenían una
relación con Dios por medio de Cristo. La muerte de Jesús en la cruz puso en
efecto el nuevo pacto (Hebreos 9:15-17). Así que, los ciento veinte ya eran del
nuevo pacto, la Iglesia, que había recibido la comisión por medio de Cristo
resucitado. El día de Pentecostés la Iglesia recibió el poder e hizo que los
testigos empezaran a propagar el evangelio para crecimiento.
Jesús no quería que sus seguidores empezaran la obra hasta que recibieran el
poder. Se necesitaron la señal de hablar en lenguas y la manifestación de los
dones del Espíritu de profecía y exhortación para que los tres mil fueran salvos
el día de Pentecostés. Dios todavía quiere que su obra se haga por medio del
poder y los dones del Espíritu Santo.
Todos los creyentes lo necesitan. Todas las congregaciones deben tener el poder
(dones) del Espíritu Santo.
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