Mensajes Cristianos Bíblicos – ‘’LA LLAVE”
“Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entrare en su casa y comeré con él y el conmigo’’. Apocalipsis 3,20
El llanto era imparable, las lágrimas recorrían el rostro de
Lidubina, su mamá al verla sollozando le pregunta: ¿Qué pasa hija mía?
¿A qué se debe el llanto? Lidubina suspirando dice a su mamá, Hace tres
meses conocí a Lidubino, y él una y otra vez intento conquistarme,
recuerdas que te comente que me ofrecía cielo y tierra para que yo
acepte su amor, y yo lo rechazaba, pero él no se dio por vencido, la
ultima vez me dijo: “te entrego las llaves de mi corazón” Esa frase romántica hizo que yo le diera una oportunidad para enamorarme, La madre interviene diciendo, ¡estas llorando porque Lidubino te entrego las llaves de su corazón! Estaba por sonreírse cuando es interrumpida por su hija: -¡No
mamá!, no lloro por eso, mi llanto es que hace unas horas acabo de
encontrarlo besándose con otra mujer, ¡que canalla! ¡Cínico!
¡Hipócrita! hace unos días me dijo que “me entregaba las llaves de su corazón” y ahora me engaña.
La madre al escuchar esto dice a su hija: cometiste un error hija mía,
cuando el te entrego las llaves de su corazón, era que también le hayas
pedido las copias de esa llave, ese fue el error tuyo no pedirle las
copias de las llaves de su corazón….
Cuantas veces en tu vida, el Señor te ha pedido que le entregues tu corazón, tu obediente aceptaste entregarlo, ¿Cuántas veces? Haz dicho te entrego mi vida Señor, “te entrego las llaves de mi corazón” En
la iglesia, en los grupos de oración hacemos compromisos de amar a Dios
por sobre todas las cosas, le entregamos la llave de nuestro corazón.
Pero salimos de la iglesia y ya en la calle, con los amigos, cuando la
tentación del pecado llega a nuestra vida, nosotros en un principio
rechazamos el pecado, pero este nos dice suavemente al oído: “Tu dices que le entregaste las llaves de tu corazón a Dios” Pero
te olvidas que hace tiempo cuando tu vivías en los placeres y
deleites de la carne tu me entregaste las copias de las llaves de tu
corazón. Y los enemigos de nuestra alma mostrándonos el falso gozo y
deleite nos recuerdan que tenemos copias de esa llave que entregamos a
Cristo. Y con esas copias que nosotros fabricamos desobedeciendo al
Señor, le abrimos la puerta al pecado y este nuevamente se adueño de
nuestra vida.
Apreciados amigos que leen este mensaje, si en este momento te
encuentras destrozado por el pecado, si tu vida transcurre con un pesar y
dolor por haber traicionado a aquel que murió en la cruz para salvarte.
Si estas constantemente fabricando llaves y abriéndole tu corazón a los
enemigos de tu alma. Este es el momento de tomar una decisión en tu
vida, es tiempo de volver a empezar. La buena noticia para todos los que
hemos fabricado copias de las llaves de nuestro corazón, la gran
noticia es que en este momento Jesucristo está tocando una vez las puertas de nuestro corazón, Cristo en este momento te declara y muestra su amor, y te pregunta: ¿Me entregas las llaves de tu corazón?
No dejemos pasar este momento de gracia y misericordia divina y digamos: ¡Si Señor! “te entrego las llaves de mi corazón” “te entrego mi vida señor”
toma las llaves y también tomas todas esta copias de la llave que yo
saque con el propósito de deleitarme en lo prohibido. Señor toma todas
las llaves de mi corazón originales y copias, te imploro que pegues y
selles mi corazón, que los enemigos de mi alma ya no puedan entrar y
robarme la fe, la esperanza el amor, que no me puedan robar la paz, la
gracia y la salvación. Gracias Señor, por esta nueva oportunidad,
gracias Señor por que a partir de hoy vivo en tu presencia y vivo para
amarte cada día más y más…
El pecador arrepentido que ha entregado su vida a Cristo puede leer con esperanza y emoción el salmo 32,1-5 “Dichoso
el que es absuelto de pecado y cuya culpa le ha sido borrada. Dichoso
el hombre aquel a quien Dios no le nota culpa alguna y en cuyo espíritu
no se halla engaño. Hasta que no lo confesaba se consumían mis huesos,
gimiendo todo el día. Tu mano día y noche pesaba sobre mí, mi corazón se
transformo en rastrojo en pleno calor del verano. Te confesé mi pecado,
no te escondí mi culpa. Yo dije: Ante el Señor confesare mi falta, Y
tú, tú perdonaste mi pecado, condonaste mi deuda. Amen
Autor: Adhemar Cuellar
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