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Monday, February 25, 2013

La persecucion de los verdaderos cristianos

La predicción de Jesús recogida por Mateo (10:22) "Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo." No podía tener un cumplimiento más literal. Ni más amplio. Los cristianos han sido objeto de aborrecimiento y persecución en todos los tiempos, incluido el nuestro. Tanto es asi que muchisimas iglesias biblicas evangélicas ya estan recibiendo amenazas de demandas por parte de grupos anti-biblicos [católicos, budistas y otros grupos abiertamente satánicos]. Sin embargo los cristianos verdaderos debemos mantenernos firmes ateniéndonos a las palabras de Jesús: según Mateo 10:26-33 "No temais a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar".

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
(Mateo 5)
Históricamente la Iglesia surgió del odio del grupo religioso mayoritario que llevó a su fundador y piedra angular, a Jesucristo al patíbulo en una cruz. Jesus fue odiado por hacer y decir verdad. "Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones"
El odio hacia Jesus por parte del grupo religioso dominante frente a esta verdad le llevó a su posterior persecusión y apresamiento, para más tarde ser asesinado. Pero para estos fariseos su ambicion de poder era más importante que la inocencia y muerte del Redentor.
Fortalecidos por el triunfo de su resurrección y por la acción confortadora del Espíritu Santo, los discípulos no cesaron de predicar a Cristo, lo que provocó contra ellos una reacción violenta de las autoridades. Pronto los nombres de Esteban y Jacobo encabezarían la interminable lista de mártires que ha tenido la Verdadera Iglesia de Jesucristo, en la cual es Él el fundamento, la piedra y roca que la sustenta [Que somos quienes creemos unica y exclusivamente en él como salvador y redentor y que hemos aceptado su sacrificio y no aceptamos otros mediadores o supuestos intermediarios].
A medida que el cristianismo fue extendiéndose en el imperio romano, las persecuciones fueron generalizándose.
Aunque algunos emperadores fueron "tolerantes" para con los cristianos, otros los persiguieron. Dos de ellos con saña infernal.
Nerón los usó como chivo expiatorio para encubrir su responsabilidad en el incendio de Roma y como antorchas ardientes para iluminar por la noche los jardines de su palacio.
Diocleciano planeó minuciosamente su estrategia para acabar con la fe cristiana: demolición de los lugares de culto y de intentar la destrucción de las copias de las Sagradas Escrituras.
A esta acción de las autoridades romanas se unía el fanatismo violento de un pueblo ignorante y fanático, adoradores de imagenes de todo tipo.
Con todo, verdadera Iglesia creció asombrosamente.
Al final de este periodo se había demostrado que, como dijera Tertuliano, «la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia».
No cesaron las persecuciones con la supuesta «conversión» de Constantino quien fue el primer Papa y la instauración del "cristianismo" como religión oficial del imperio en días de Teodosio.
Con el transcurso del tiempo, el Romanismo Católico se hizo llamar "Iglesia Católica", y se tornó perseguidora de la verdadera iglesia cristiana, asi como de todo aquello que se interpusiera en su camino, incluyendo Musulmanes y Judios.
Las cruzadas, los excesos, crímenes y asesinatos "en nombre de la iglesia" son testimonio dramático de su origen y destino.
Bien sabido es que en países de mayoría católica la intolerancia religiosa y la opresión de las minorías disidentes ha tenido un encono singular hasta nuestros dias.
Algo parecido se ha visto -y se ve aún- donde la Iglesia Ortodoxa es mayoritaria y está encumbrada en las alturas del poder.
Todavía en nuestros días los evangélicos en Grecia o en Rusia tienen serios problemas con las autoridades en el desarrollo de su obra.
¿Y qué diremos de la persecución de los cristianos auténticos bajo el régimen nazi o en los países comunistas?
Vejaciones, torturas, cárceles, campos de concentración, reclusión en «clínicas» psiquiátricas, muerte han sido la experiencia de muchos creyentes en la segunda mitad del siglo XX.
No es menor la prueba de los cristianos -particularmente de los evangélicos- en países de mayoría islámica o budista, como puede verse en el apéndice informativo al pie de este artículo.
Pero el aborrecimiento sufrido por los seguidores de Cristo hoy tiene en muchos lugares otras manifestaciones. No se les somete a violencia física, pero sí al desprecio y a una oposición tan ruda como intolerante.
La sociedad de nuestros días está dominada por el relativismo, el pluralismo, el hedonismo y la permisividad. No se reconocen ni verdades ni valores absolutos. Lo que denota ideas avanzadas es la actitud "de tolerarlo todo", excepto lo absoluto.
Oponerse a esta mentalidad aduciendo razones religiosas provoca un alud de calificativos peyorativos.
Quienes se sitúan en la posición correcta son catalogados de "canutos", "retrógrados", "fundamentalistas", " reaccionarios", "carcas", "talibanes", poco más que "subnormales", víctimas de una mente enfermiza ...
En este grupo son colocados frecuentemente los creyentes que reconocen a Cristo como Verdad absoluta y su Palabra como revelación de Dios, normativa, con plena autoridad para determinar el comportamiento ético. Lo más grave es que esa corriente de pensamiento, se ha introducido en la Iglesia cristiana.
En no pocos lugares ésta ha adoptado las «formas» de este mundo, contrariamente a la recomendación apostólica: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" ( Romanos. 12:2).
No es fácil soportar el vituperio por causa de Cristo.
No lo ha sido nunca. Pero la capacidad de aguante muestra la calidad de nuestra fe.
En su día Moisés renunció a la gloria de la corte faraónica y escogió «ser maltratado con el pueblo de Dios» prefiriendo el sufrimiento al honor y el placer que su encumbrada posición en Egipto le proporcionaba
El señor Jesucristo no dejó lugar a dudas. No sólo dijo: «Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre».
Añadió sentenciosamente: «El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí.» ( Mateo. 10:38)

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